Estos días navideños mis neuronas andan estresadas, algunas se ponen macarras y se estrellan contra mis paredes craneales en señal de protesta. "Tenemos un convenio!!!", me gritan. Por eso, tengo auto-prohibido andar por aquí, porque pierdo la noción del tiempo buscando fotos, haciendo entradas o rehaciendo dibujos.
El Blog digital está prohibido, "No, cacas, cacas!"
Pero el analógico funciona a toda máquina. No paro de anotar cosas en mis minilibretas marronáceas y de hacer dibujitos en los bordes, esquinas, reversos de cualquier cosa. Sí ya lo dijo Picasso, "La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando". Y cuanto más me concentro en algo, más ganas tengo de escapar. Mis neuronas, cansadas de tanto estrujarse entre ellas, ejecutan coreografías musicales muy divertidas de vez en cuando, para que el día a día se parezca más a un musical que a una película de acción, donde el personaje se mueve de un sitio a otro, sin pararse a pensar en lo que está haciendo. ¿Qué estoy haciendo?
Por eso estreno esta sección EL COCO VOLADOR, consiste en abrirle un poco la puerta del gallinero a mi pobre cabecita, para que pueda volar un poco y luego regresar a la jaula de nuevo, un poco más sosegada.
Ayer estaba esta frase impresa en el lomo de una revista "Sé las consecuencias de una decisión que has tomado". Mi coco volador lo interpretó como una persona que te dice "Eh, tú, espabila, todo lo que haces tiene sus consecuencias, y tú eres esas consecuencias!!!" Me gustó la idea de que las personas somos como un cúmulo de consecuencias. Somos el resultado de muchas tomas de decisiones, buenas y malas. Somos un nido caótico formado por palitos de satisfacciones y frustraciones.
Somos, somos, somos... ¿Quien diablos sabe qué somos?
En el cine clásico, es importante que el personaje siga una cadena causa-efecto que lo lleva dando tumbos de un lado para otro hasta desembocar en un final donde, más para bien que para mal, el personaje obtiene respuestas. Ojalá la vida fuese tan simple y las causas dejasen de parir efectos por todas la esquinas, y viceversa.
El Blog digital está prohibido, "No, cacas, cacas!"
Pero el analógico funciona a toda máquina. No paro de anotar cosas en mis minilibretas marronáceas y de hacer dibujitos en los bordes, esquinas, reversos de cualquier cosa. Sí ya lo dijo Picasso, "La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando". Y cuanto más me concentro en algo, más ganas tengo de escapar. Mis neuronas, cansadas de tanto estrujarse entre ellas, ejecutan coreografías musicales muy divertidas de vez en cuando, para que el día a día se parezca más a un musical que a una película de acción, donde el personaje se mueve de un sitio a otro, sin pararse a pensar en lo que está haciendo. ¿Qué estoy haciendo?
Por eso estreno esta sección EL COCO VOLADOR, consiste en abrirle un poco la puerta del gallinero a mi pobre cabecita, para que pueda volar un poco y luego regresar a la jaula de nuevo, un poco más sosegada.
Ayer estaba esta frase impresa en el lomo de una revista "Sé las consecuencias de una decisión que has tomado". Mi coco volador lo interpretó como una persona que te dice "Eh, tú, espabila, todo lo que haces tiene sus consecuencias, y tú eres esas consecuencias!!!" Me gustó la idea de que las personas somos como un cúmulo de consecuencias. Somos el resultado de muchas tomas de decisiones, buenas y malas. Somos un nido caótico formado por palitos de satisfacciones y frustraciones.
Somos, somos, somos... ¿Quien diablos sabe qué somos?
En el cine clásico, es importante que el personaje siga una cadena causa-efecto que lo lleva dando tumbos de un lado para otro hasta desembocar en un final donde, más para bien que para mal, el personaje obtiene respuestas. Ojalá la vida fuese tan simple y las causas dejasen de parir efectos por todas la esquinas, y viceversa.
2 comentarios:
Qué pasa Sócrates, tenías muchas maletas sin deshacer en el cerebro eh?
Qué pasa Feste! Pues sí, tenía algunas que otras... Y las que quedan por sacar a pasear!!!
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