domingo, junio 12

LOS SILENCIOS NUNCA SON CASUALES

Hacía tiempo que mis pies no pisaban la arena de la playa y no sentían ese repelús tan extraño, de textura de arena gorda. Estaba tomando el sol por primera vez este año, cuando una nube gigante cubrió el cielo. "Vaya por dios, para un día que vengo", pensé. La nube enseguida se convirtió en una niebla siniestra que provocaba que todo se viese muy "amarillito". Las madres que perseguían por la playa a sus hijos para que comiesen la merienda dejaron de gritar los nombres y apellidos de los susodichos cachorros, y se quedaron por primera vez en toda la tarde, quien sabe si por primera vez en toda su vida, calladas. Ni las gaviotas se atrevían a decir nada, con su peculiar idioma, que los humanos no entendemos.
"¿Que pasa?", me pregunté. "No lo sé, pero por si acaso me voy le voy a sacar una foto con el móvil", me respondí. Para mi sorpresa, cuando fui a coger mi móvil, vi que a mi lado solo había una mochila floreada y una cámara polaroid. "Me vale y como se lleva lo retro, seré la más moderna de la playa". Intenté coger la cámara, pero mis manos eran muy pequeñitas y torpes. "Ay mi madre, soy un bebé"... Me quedé pensando, sacando conclusiones como cuando en una serie de misterio lo resuelven todo en una frase después de tenerte todo el capítulo soltándote algunas pistas a lo falso: "Asique esa niebla retrocedía en el tiempo para algunos, como era mi caso, y congelaba a otros, como era el caso de las madres... No es que estuvieran calladas, es que se quedaron congeladas en el tiempo, claro, ya lo entiendo todo... Este silencio no podía ser casual." De repente empezó a llover, osea, la lluvia de los tiempos, yo como un bebé autogestionable que soy (o que fui?) recogí mis cosas y me fui para casa. Por el camino, el color amarillo iba desapareciendo, y cual dibujo de la evolución humana -ese en que se ve un mono que se va transformando en hombre- me fui trasladando al presente mientras daba un paseo.
Cuando llegué a casa suspiré aliviada: todo seguía igual que siempre. Le dije a mi madre, "No sabes lo que me acaba de pasar, ahora te lo cuento, pero primero lo subo a facebook." Fui a mi habitación, pero mi ordenador no estaba, miré hacia mi mochila, !era la misma mochila floreada! !Y mi móvil seguía siendo una polaroid!. Mi madre se puso solemne y me dijo "Hija, el facebook no existe."

2 comentarios:

Feste dijo...

qué miedo!!

ALB9000 dijo...

Pues a mi me parecía cómico, jeje!